2.12.12

La Vida de las Mariposas

1.-
    Jessica camina por la calle, preocupada de sus asuntos. Tiene mucho que hacer aún, su vida es funcional y ha aprendiudo una valiosa lección: mientras más ganas, más tienes que trabajar. Así se desenvuelve. Pasa al local de comida rápida a servirse un café y algún tentempié para engañar el estómago. Saluda a los empleados, porque es clienta habitual. No nota la mirada ardiente del muchacho que hace las veces de maestro sanguchero. Toma sus cosas y se va. El mundo es muy rápido para ella.

2.-
    No tienen ni siquiera 20 años, quizás 21. Y ya cargan en su alma todo el dolor necesario para componer música descarnada, cargada de amores y fracasos, cargada de sufrimiento a la vena. Son indefinibles. ¿Son punk o blues?¿Son jazz o rock sicodelico?¿Son rocanrol o grunge? Se pasean por varios estilos cómo una mariposa revoloteando entre varias flores. Son cuatro: Isaac, Pedro, Jason y Máximo. Isaac toca el bajo, Pedro la batería, Jason guitarra y Máximo guitarra y voz. Los hecharon de casi todos los lugares en que tocaron, porque no encajaban con nadie. El único refugio que hayaron fue el Bar de mala muerte de su amigo Héctor, que queda en el barrio Brasil. Héctor es un par de años mayor que ellos, y los ayuda de mala gana, porque a la gente del lugar parece gustarles la música de fondo.
- No me malentiendan, a mi me gustan sus temas. Menos cuando se ponen muy políticos. Ustedes saben, no sabían ni caminar cuando Pinochet le entregó el poder a Alwyn. Yo si puedo hablar de política. Yo viví el golpe.
- Pero Héctor - lo interrumpe Max - Tú no sabías ni caminar cuando ocurrio el Golpe.
- Ese no es el punto.
    Todos paran de hablar un momento para hecar un trago y encender cigarros.
- Me gustan tus temas más acústicos. Algunos de ellos me parten el alma. ¿De dónde sacas tantas ideas?
- De mi vida. Escribo sobre lo que conozco.
- Pero tú te ves siempre tan alegre, mientras que estás canciones parecen de alguien con una profunda depresión.
    Max sólo baja la vista y esboza una sonrisa triste.

3.-
    Max se despierta tarde otra vez. Debe ir a cumplir su labor a la cadena de comida rápida que hay en Alameda, en dónde se desempeña como maestro sanguchero.
- ¿Sabes? - le comenta a una de sus compañeras - Odio mi trabajo. Sólo hay un momento en el día que me alegra.
    Y su compañera sonríe. Sabe cuál momento del dís es ese. Caundo llega Ella, cuando Jessica se asoma por unos escasos diez o quince minutos para comprar un café y algo para engañar el estómago.
- Es mi amor platónico.
- ¿Y por qué no le hablas?
- ¡Cómo! Es mucha mujer para mi. Se ve tan segura y elegante, ella puede conseguirse un hombre de verdad, que la lleve a restoranes caros y le compre cosas con amor. Si yo la invitara a una pizza me quedaría sin plata para la Bip.
- Tienes que hablarle. Nunca sabes.
    Pero él dice que no. En el fondo piensa en su propia vida, y concluye que sólo el fracaso está destinado para él.

4.-

    Héctor hace un pequeño gesto. Las luces se encienden. Los niños que se creen hombres comienzan a tocar.
    Los platillos zumban y un agresivo riff agrede los oídos. Luego las revoluciones bajan un poco, la batería vibra con menor intensidad, y Max comienza a escupir las palabras con su voz desganada.

    La otra vez
    estabas sola
    me dijiste
    besa mi piel
    te tomé
    subido al caos
    nunca más podré volver

    Y luego irrumpe de algún lugar entrópico el resto de la canción que explota como una lluvia de meteoros. Pedro desata toda su energía sobre la batería, y los otros tres comienzan a botar la rabia en el catartico ejercicio de la música. Las voces se desgarran y escupen al cielo.

    Continuan sin descanso. Esa noche y todas las noches son inmortales. Saben que aquella bella existencia no durará para siempre, saben que ellos mismos no durarán demasiado. Tal es la vida de las mariposas.

5.-

    Jessica camina lentamente por la Alameda, y por primera vez en mucho tiempo se toma la libertad de fumarse un cigarro. La vida le parece caótica y superflua, a la vez que innecesariamente complicada. Ha peleado con su novio por última vez. Ha recibido una muy mala noticia: su madre está enferma, internada en el hospital a la espera de que la operen de calculos. Todo esto la hace recapacitar sobre su propia vida, a replantearse muchas cosas. Se le pasa por la mente que quizás desperdicia su vida. Que su trabajo no la llena tanto cómo quiere, que siempre ha hecho lo que le han dicho que debe hacer, y nunca ha tomado sus propias decisiones. Dejo de fumar cuando su novio se lo pidió. Ahora se puede tomar la libertad de empuñar el cigarro y aspirar nicotina una vez más. Las cosas van a cambiar, se dice. Necesita despejarse, y enfila por Brasil. Oye música en tugurio de mala muerte. Un lugar al que una mujer ella nunca entraría. Y entonces entra.

6.-

    Cuando la ve entrar, no lo puede creer. Jessica levanta la vista y lo reconoce. Se sienta sola en una mesa para verlo tocar, y siente dentro suyo que todas las canciones de dolor y fracasos hablan de ella. Pide una cerveza, enciende un cigarro, y rechaza a los hombres que se le acercan, harta de ellos. Entonces vuelve a mirar al pequeño artista sobre el escenario, que día a día se disfrasa de hombre feliz y civilizado y alimenta a la gente verdaderamente feliz y civilizada, cómo ella. Con los ojos llenos de lágrimas, busca sus ojos, y le regala una sonrisa.
    Y Max, procurando no ponerse nervioso y perder el ritmo en la guitarra, tímidamente, le devuelve la sonrisa.

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