26.12.11

Mitos



                Los relatos de los Nkau Iché empiezan todos remontándose al nacimiento de la Tierra. Con respecto a ella, se narra lo siguiente:

                En un principio no había forma ni sustento, no había arriba ni abajo, no había realidad. Todo era sueño. Llenando todos los límites, un ser único y múltiple y absoluto soñaba brumas confusas, como un feto preparándose para el parto. Era el Único, el Durmiente. Era el Universo y los Universos, era el Mundo y los Mundos, era la escancia misma de la realidad. Comenzó a soñar que florecían las estrellas como semillas, que brotaban planetas y en ellos brotaba la vida. Soñaba con el día y con la noche, con los desiertos y con las selvas y con el mar. Entonces soñó con Ella y un dolor agudo atravesó su cerebro, como un taladro. Y desgarrándose de él como siameses mordiendo la carne que los une para romperla, algo se separó de él. Y entonces el Durmiente despertó y ya no existió nunca más, y todo lo que estaba soñando se derramo sobre el espacio vacío que hasta ese momento el había llenado.
                Lo que se había desprendido de él era la Noche. Una Mujer, un Monstruo, una Hembra. Un demonio, un dios. Una Madre. Era la Madre Noche. Y flotando en el cielo se arrastró sobre sus múltiples extremidades para dejarse caer sobre el planeta que había soñado el Único.
                El Planeta era un lugar árido y frío. Solo sombras deambulaban por su superficie, y fieros dioses acechaban para hacerse con el control del lugar. Ma Kuy el Alto y Oscuro, cuyo cuerpo parecía una herida abierta en el cielo, con una blasfemia cincelada en cada colmillo de su macabra sonrisa y vestido con retorcidos girones del manto del vacío era uno de los mayores competidores por hacerse con este pequeño jardín yermo, pues tenía la intención de sembrar demonios y posicionar su fundo para atacar desde allí a fuerzas superiores. Apartó del caminó a otros Dioses menores, en una sangrienta batalla que acabo en masacre, asesinando a poderes como Giur Doi el Gigante, sembrador de montañas; o Kasyül, doncella de la luna. Los cadáveres de los caídos comenzaron a adornar el árido mundo, dándole forma y relieve. El Planeta estaba a su merced. Pero no todo sería tan fácil para él. Sobre el yermo jardín aún se levantaba alguien.
                Arsalakén el Furioso es el primer héroe de la cosmogonía de los Nkau Iché. Había brotado de la tierra como una flor nocturna. Había nacido de la ceniza misma. Su piel era negra como el carbón, y su cabello gris como la ceniza. Sus ojos eran brillantes como dos braceros, y de su boca brotaban fieras palabras altas como lenguas de fuego. Su nombre significaba "Quemar”. Cuando Ma Kuy se abalanzó sobre el jardín de cenizas, Arsalakén levantó una montaña y se la arrojó a la cara. Furioso, Ma Kuy preguntó quién se atrevía a desafiarlo.

- ¡Yo! Mi nombre es Arsalakén, y soy el primogénito de esta tierra. He nacido en la noche de los tiempos y no permitiré que claves tus colmillos ponzoñosos en mi hogar.

                La dura batalla entre el campeón del Jardín y el Alto y Oscuro duró 47 días. Al amanecer del día 48, Arsalakén arrancó la cabeza de Ma Kuy.
                Del torso decapitado comenzó a brotar sangre, que se derramo por los campos en forma de lluvia. Flores comenzaron a brotar dónde antes sólo había desierto y cadáveres de dioses menores. Entonces la loba múltiple, la más grande de todas, se dejó caer sobre la tierra. Arsalakén conoció así a la Madre Noche.
- Eres el digno protector de este lugar sagrado, Arsalakén. Yo soy la que siempre ha sido, la que existía cuando el durmiente soñaba con brumas. Acércate a mí, no soy tu enemiga. Seré tu aliada.
                Y el amor inflamó al primer héroe al hundirse en el pecho de la Madre Noche y encontrarse en el corazón de ella.
                De la unión del héroe y la Madre Noche nacieron siete próceres, la primera generación de aquel nuevo mundo. Tres machos y tres hembras, cada uno único en apariencia y habilidades, cada uno brillante y hermoso a su manera. Entonces él gran héroe Arsalakén se despidió de sus hijos y abrió su pecho resplandeciente hecho de fuego puro.
                El Corazón de Arsalakén quemaba con tal intensidad que era imposible mantenerlo en su cuerpo, por ello, ascendió a un plano mayor de existencia prometiendo que velaría por sus hijos, trayéndoles luz y seguridad. Su corazón inflamado en llamas se elevó por el cielo: Es el Sol. Arsalakén trajo el día.
                Su cuerpo fue guardado celosamente en el paramo en dónde nació él y sus hijos. Se le enterró en un nicho que cubrieron con tierra y excrementos de animales. Al principio no se dieron cuenta, pero tras años fue evidente que sembrar el cuerpo del héroe tendría consecuencias: Allí se alza ahora el árbol milenario de Ibnos Can, en el centro mismo del Jardín de Acracia.
                La cabeza de Ma Kuy fue lanzada al cielo, en dónde brilla ahora con la pálida sombra de un fantasma: es la Luna. Su cuerpo esta bajó el mar, y de él han brotado los animales que sueñan bajo las olas. 

1.- Es importante verificar que los Nkau Iché reconocen la Tierra como un planeta, sabiendo perfectamente que este es redondo y amplio y lleno de mar, a diferencia de otras tribus más ignorantes al respecto. Los Acádemicos Adres Hellsinsky y Benjamin Ming han teorizado que al ser una etnia de Después de la catastrofe, es probable que hayan guardado en sus memorias información previamente conocida (a.k.a: Geografía). Esto no explica, sin embargo, porque otros pueblos indóciles son ignorantes en la materia. También se contradice con el estado de organización de los Iché, desparramados en tribus perdidas y aleatorias con apenas ceñas de liderazgos fuera de un par de caudillos, y viviendo prácticamente en la anarquía.

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