17.6.11

QUINCE

    Toda la fama que cultive durante aquellos meses, todas las misiones que acabé con éxito y orgullo, todo el ingenio derramado en pos de los Cóndores no valió nada cuando me vieron llegar, mugriento y harapiento, con balbuceando no sólo que la misión había fracasado, sino que además los demás habían muerto. Una mancha en mi vida, siempre me culparon de aquel acontecimiento. Yo era el mejor, y los dejé morir, el mejor y huí de allí. Pero lo peor vino cuando les dije lo que vi. Entonces Valente se llevó las manos a la cabeza y gritó.
- ¡Mierda! ¡Ahora no!
    El Evento Rausten se trataba a todas luces de una prueba del poder destructivo de aquel espécimen. Vendrían más, y entonces las Organizaciones libertarias no tendrían posibilidad alguna. Un contingente de ouroboros era un golpe durísimo a la moral no sólo de los Cóndores, sino también del Movimiento que buscaba el fin de la Alianza.
- Justo ahora que estábamos tan cerca de conseguir algo...
    Los ouroboros serían usados, muy seguramente, en el asedio contra Valpuerto. Si la ciudad rebelde caía, el movimiento de liberación quedaría profundamente desmembrado. Pero las malas noticias son como la peste, y pronto llegaron terribles informes.
- Uturuncos venidos del Sur engrosan las divisiones de Urmeyda, Basilgallinazos se entrenan en la frontera con Tahuanta, y ciertos informes señalan que se ha visto un Ukumar en Cruces.
    Yo estuve ajeno a estas discusiones. Marginado, se me dijo que me darían licencia por mi herida. Pero yo había visto combatir a compañeros que prácticamente estaban lisiados. Mientras pudieras mantenerte en pie y tuvieras la voluntad, podías seguir haciendo misiones. Pero a mí, a mí se me había vetado.
    Sólo Pandora solidarizó conmigo.
    Ese día yo estaba sólo sentado fuera de la posada de Entreazulado que aún nos servía de refugio. Había escuchado un par de noticias, pero no tenía casi nada claro. Sin embargo, ya había tomado una decisión. Ahora miraba las estrellas en el horizonte, esperando de estas consejo. Entonces percibí que alguien se había sentado al lado mío.
- ¿Cómo has estado?
    Era Pandora. Su habilidad especial era pasar inadvertida, por eso no la sentí llegar.
- Bien. En la medida de lo posible.
- Lamento mucho que se te trate así. Sé qué lo que pasó no fue tu culpa.
- Si lo fue.
- ¿...Cómo?
- Fue mi culpa. Soy el mejor, y... no hice nada por defenderlos. Sentí miedo y vi cómo morían. Debería haberlos ayudado, debería... debería haber muerto con ellos, como un verdadero guerrero.
- No digas estupideces. Es normal sentir miedo. Y es mucho mejor que estés aquí, con nosotros. Al menos a ti no te perdimos. Necesitamos gente, Lukán. Gente cómo tú, para crear nuestro nuevo mundo.
    Pero a mí ya me empezaba a apestar su nuevo mundo y sus nuevas reglas. Yo no quería formar parte de nada, sólo quería un trozo de tierra en dónde pudiera ser libre otra vez.
- ¿Pero vale la pena, Pandora? ¿Tantas vidas?
- Vale la pena. Ahora, vamos adentro, acá hace frío.
    Miré las estrellas una vez más. Ella hizo lo mismo.
- ¿Te gustan?
- ... Han estado siempre allí, desde que era niño.
- La tribu de Valente decía que se puede leer el futuro en las estrellas. Pero mi madre sabía que en realidad era lo contrario: Las estrellas son el pasado, son el libro escrito de nuestra historia.
- Cuando era pequeño dormía al amparo de mi madre, en el Arenal de los Muertos, y contemplaba el cielo infinito. Ahora... creo que quiero recordar eso.
    Hubo un pequeño silencio. Luego dije:
- Pandora...
- ¿Qué?
- Gracias.
- ¿Por qué?
- Por escucharme. Ahora debo decirte algo más.
- Dime
- ... Mañana...
- Mañana... ¿Qué?
- Mañana abandonaré a los Cóndores.
- !!!
- Iré a Valpuerto a ver si puedo hacer algo para impedir el asedio a la ciudad. Se lo debo a mis compañeros caídos, a Rey, Artillero, a Libra y a Isaac. A mi clan, a Cazaux, y también a ti. Si puedo hacer algo, debo hacerlo.
- ¡No! ¡No puedes! ¡No voy a dejar que...!
    Pero yo ya no la escuchaba. Me levanté y fui a mi habitación.
    Aquella, a pesar de estar plagada de estrellas, fue la noche más negra de mi vida.
    Al día siguiente salí hacia Valpuerto; cuando todos estaban dormidos. Lo que yo no sabía es que los mismo Cóndores tenían preparado salir por la tarde para sabotear la llegada de los contingentes a Valpuerto. Irían los más hábiles, aquellos en que la gente más confiaba, entre ellos, Cazaux y Pandora, con Valente a la cabeza. No sé qué habrá pensado ella cuando viajaba hacia la ciudad porteña, tampoco sé si le dijo a alguno lo de mi viaje individual.
    Eventualmente, Morena sería liberada. Llegarían los gobiernos igualitarios y justos, dónde cada comunidad se regiría a si misma de modo transversal y horizontal, y si bien hicimos mucho y pavimentamos el camino que después otros siguieron, los Cóndores no llegaron jamás a ver su tierra liberada. Murieron mucho antes, y el más glorioso de ellos, Valente, el más sabio y prudente de todos, fue el primero en morir en la Masacre de Valpuerto.

1 comentario:

S.H.G dijo...

Y vamos sabiendo que trama el hombre este!