16.5.11

DOCE


    Creo que fue la forma en la que masacré a esos bandidos lo que determino que Cazaux me reclutara en su grupo. Muchas veces después oiría cómo narraba el hecho.

    "Era imposible, lo primero que pensé. Nos tomaron por sorpresa y ese es el peor panorama que te puede tocar en Malpaso. Los Zúcares controlan la región, pero igual te puedes bancar una banda si son pocos o estás precavido. Pero nos superaban en uno a diez, y estábamos siendo amenazados. Yo la vi, en serio. Dije 'acá nos fuimos a la mierda'. Por último ver si podíamos huir, pero yo sabía cómo operaban. Son como animales, si te metes en su territorio, te rajan. No teníamos nada de valor encima, si lo hubiéramos tenido, habría sido peor. Habrían insistido en buscarnos algo, hasta la muerte.
    "Y entonces este otro va y se para frente al jefe. El jefe se mata de la risa y hace un gesto casi imperceptible. Uno de sus hombres va a pegarle un culatazo a este otro, al Lukán, por la espalda, cuando se agacha con unos reflejos que no sé de adónde habrá sacado y le planta unas patadas al que le iba a pegar y al jefe. Y de repente se armó el caos y todos arremetían contra él, y volaban por el aire. Si este Lukán es muy parado, en serio. Había que tenerlo en el equipo
    "Si no fuera por él yo no estaría aquí contándote esto, hermano"

    La verdad es que yo también estaba cagándome de miedo, pero ¿Qué se le iba a hacer? Si hay una mínima posibilidad de vivir, y si de todos modos no perdía nada... Después de eso corrimos todo lo que pudimos, perdida la compostura, creyendo que nos respiraban en la espalda y que la iban a  cobrar cara. Porque cuando cuentan esa gesta es todo muy heroico, pero la verdad es que volábamos como mariposas, así de penoso.
    En fin, lo logramos. El miedo nos dio alas y logramos salir por fin de ese laberinto infecto, hacia la luz y la libertad. Y aún después de salir seguimos corriendo aunque nadie nos perseguía, de puro miedo. Y no paramos hasta llegar a un lago cuyo nombre no sé y nos metimos de cabeza para escondernos bajo el agua si pasaban los bandidos buscándonos.
    Fueron tres minutos de larga tensión, y cuando pasó todo... nos largamos a reír. Y nos reíamos nos abrazábamos. Creo que fue allí cuando Cazaux se convirtió en mi amigo.
    Así que me explicó muy bien las cosas.

- Bien, te anotaste un poroto...
- Lukán - dije. De repente sentí que ese era mi nombre. Así que lo repetí, por instinto - Lukán.
- Ya. Mira Lukán, te voy a decir algo. Hace unos días te dije que me iba a reunir con unos amigos. La verdad es otra. Estos "Amigos" en realidad es un grupo de resistencia que aboga por el fin de la Alianza en Morena, y la constitución de gobiernos comunitarios en cada región, conviviendo unos con otros en apoyo y respeto. Sabemos que podemos lograrlo, pero necesitamos gente. Gente cómo tú.
- ...
- ¿Qué dices?
- ... tengo algo que hacer primero.
- ¿Se puede saber?
    Un silencio prolongado. Luego le narré mi historia.
    Sus ojos se perdían en la espesura. Me escuchó en silencio y sólo hizo escasas intervenciones para preguntarme un par de cosas. Luego sentencio:
- Antes tenía la sensación de que debías estar con nuestro grupo.
- ¿Y ahora?
- Ahora estoy seguro de ello.

    Así que así partimos, y me hice parte, al menos de manera preliminar, de los Cóndores de la Libertad. Este grupo de guerrilla, sedicioso, buscaba desarticular el gobierno de polis aliadas e instaurar comunidades independientes, multiculturales, en donde la vida pudiera ser más sencilla, libres ya del yugo y de las imposiciones de aquel imperio decadente. Su objetivo último era expulsar a los Aliados de Morena, para lo cual tenían planificados ciertos magnicidios estratégicos. Uno de ellos, en contra del Arzobispo de Sabuesos, Lucio el Intocable.
    Era una tarea titánica, prácticamente imposible. Lucio era uno de los hombres más poderosos de Morena, algunos argumentaban que incluso más que el Gobernador Continental. De ascendencia hiperbórea e inmensamente acaudalado, profesaba un feroz desprecio por aquellas razas que consideraba inferiores. Actualmente dirigía una empresa personal, respaldada por su iglesia y su gobierno: la Santa Purga; el exterminio sistemático de las razas autóctonas del territorio. Él, más que nadie, era el culpable del asesinato de mi Clan.
    Lucio. Escucho ese nombre y me hierve la sangre.
  
    Marchamos aún dos días más, cazamos liebres para comer, y dirigimos nuestros pasos al noreste, hacia los valles y luego al gran Rio Galván, y la ciudad de Entreazulado.
    Allí conocí a los que serían mis compañeros de armas, mis amigos, y algunos de ellos, mis más feroces rivales. Pero hay un dato que es más importante que todo eso.
    Y es que allí la conocí a Ella.

1 comentario:

S.H.G dijo...

mm... no sé... como que concluiste muy rápido...