12.3.11

SEIS

El cómo me inserté en la vida de San Linus sigue siendo un misterio para mí. Yo creo (y las grandes gestas que cantan mi valor sabrán perdonarme) que sólo tuve suerte. Sin aquella bendita estrella sobre mi cabeza habría acabado muerto a los dos días, desollado vivo en la plaza central como ejemplo para otros como yo. Aquel poblado infernal (celestial para los fieles) está poblado por gente de importantes castas de la alianza, y casi en su totalidad de personas con ascendencia septentrional o hiperbórea. Suelen considerarse a sí mismos un pueblo perfecto y elegido por Dios para juzgar y condenar al resto de las razas. Mi exótica apariencia me condenó en cuanto puse un pie en aquel poblado. Precavido como cualquier animal salvaje suelto en la ciudad, viví ocultándome, actuando sobre todo de noche, tratando de aprender desde las sombras algún dato de aquel villorio.
    Nada. Mi conocimiento del Lenguaje de los hombres no abarcaba el número de modismos que ocupaban los lugareños, sin contar con los extranjerismos, influencia de los omnipresentes Dragones del Cielo. Fueron estos últimos quienes me permitieron sobrevivir en la Ciudad de la Luz. Su cultura, mucho más sensual y didáctica que la de los parroquianos, aceptaba perfectamente a un hombre como yo, de complexión fuerte y rasgos felinos. Los Xauseng, conocidos como Dragones del Cielo por los adornos de su religión, conformaban la mano de obra barata que la Alianza necesitaba tan frecuentemente. De casualidad tropecé con uno de ellos en la zona suroeste de la Ciudad. Allí el joven de ojos rasgados me pidió ayuda para llevar unas cajas de una carreta a una bodega. Al ver que era fuerte me ofreció, con su precario dominio del idioma, un trabajo junto a su familia. Así comencé a amasar un par de monedas, que me permitieron primeramente comer algo más que ratas y palomas, y en segundo lugar, aparte de los insumos y servicios básicos, inmiscuirme en bares y cantinas para recabar información. Es este factor quizá el más importante de mí estadía en aquel poblado, pues me permitió enterarme de muchos datos que con el correr de mi epopeya tomarían relevancia.
    Los bares del Barrio Xauseng eran conocidos por su turbulencia y por los violentos altercados que ocasionaban los ebrios, grupo heterogéneo de gente de la alianza, xausengs y uno que otro como yo. Fue a la salida de uno de estos, el Netsabu, en dónde una noche un hombrón de unos dos metros de alto y grueso como un toro nos abordó, cuchilla en mano, amenazándonos con rajarnos desde el cuello hasta la ingle.
-¿'ién de ust'és es gallito? ¿A'er tú, te cr'í negro?
    Aunque no entendí muy bien lo que quiso decir, capte la amenaza en sus palabras, y el desafío activo en mis células algo que desde que había estado trabajando no había sentido: adrenalina, y ganas de matar. Me planté frente al hombre que me doblaba en estatura y seguramente me triplicaba en peso y le escupí estas palabras en la cara.
- Si quieres medir fuerzas, vamos, pero sin cuchillo, parroquiano.
    El tono seco de las palabras sorprendió tanto al amenazante como a mi compañero. Pero entonces ocurrió algo que yo no me esperaba ¡El gigante sonrió! Y dándome unas palmaditas en el hombro, gesticulo estas palabras.
-¡Vuste' si que's negro! ¡Y a esa gente se le respeta!
    Su nombre era Rowen. Nos invitó unos tragos y entre gesticulaciones y gestos nos contó su historia. Venía del cordón periférico de la Ciudad, marginal como pocos, y negado y despreciado por la alcurnia de la ciudad. Como muchos otros, solía sumergirse en los bares del Barrio Xauseng huyendo de la cultura onanista de la Alianza, que obligan a replegarse temprano a la oración y a la reflexión y reprimía las pasiones corporales de la gente: el sexo y la violencia, ambas cosas que se hallaban en este barrio. Trabajaba de jornal en una metalúrgica, haciendo las veces de fraguador y estilador. Amaba a su mujer, pero ella se hallaba absorbida por la devoción y el pudor de su religión. Por lo tanto corría detrás de cada muchacha de ojos rasgados que lograba hallar, buscando en vano en ellas el cabello dorado y los ojos azules de su esposa. De todo el tiempo que lo conocí, recuerdo que siempre terminaba llorando, hubiera o no logrado revolcarse con una xausita. Nuestra amistad con Rowen se basaba en su aprecio a la fuerza y el valor, virtudes perdidas en los días que corrían.
- Los putos de la alianza son puros perros cobardes, puros maricas que se mean en las faldas de sus mamás, 'pañero.
    Gracias a él aprendí a desenvolverme con mucha más facilidad en el mundo urbano de aquel entonces. Comprendí un par de modismos, por ejemplo. Rowen me llamaba "Negro", que significaba valiente, osado. La mayor parte del tiempo era un hombre amable trabajador, excepto cuando bebía. Entonces despotricaba contra todo el mundo y su lengua se volvía incomprensible, como el de aquella vez que le conocimos.
    Así pasaron tres meses y yo seguía sin acercarme a nada definitivo con mi búsqueda de la verdad. La única pista que había recabado, preguntando sutilmente por allí y por allá, era la Parroquia, construida en el mero centro de San Linus. Hacia allá me llevaban las vagas menciones a Matius, que al parecer era una especie de Pastor, pero todos insinuaban que debía dedicarse a algo más para gozar de tantos privilegios. Pero callaban si uno intentaba indagar un poco más, y yo no deseaba levantar sospechas, así que me atragantaba con mis dudas y huía a los tejados, desde donde veía la Parroquia iluminada a lo lejos. No podía ir allí, o todo mi plan se sobrevivencia se truncaría. Esa era zona exclusiva de gente de la Alianza, e incluso los Xauseng, que tenían un puesto ganado en la Sociedad de san Linus, rehuían aquel lugar. Ni siquiera Rowen frecuentaba la zona de la Parroquia, pues era mirado en menos. Y un día divise a lo lejos que sobre una estructura de madera colocada frente al Santuario, habían colgado cabeza abajo los cadáveres mutilados de siete hombres bestia, cuatro de los cuales reconocí del campamento. Como ya dije, no podía adentrarme en aquel lugar. Pero tenía que hacerlo.

1 comentario:

S.H.G dijo...

Podrías trabajr más los detalles y la construccion de la Ciudad, ya que con los datos me imaginé una weá como Ba Sing Se, de modo que sería choro leer acerca de una ciudad encerrada en los muros de una creencia, residentes jactándose de vivir en la mciudad perfecta y pobladores sobreviviendo en los suburios y callejuelas