16.7.10

La Enciclopedia

Es díficil para nosotros entender nuestra historia viviendo en un mundo tan caotico. Ni siquiera sabiamos en que año estabamos una vez que hubo acabado la guerra. La mayoría de nosotros migramos a nuevas tierras y olvidamos también nuestro pasado para un nuevo comienzo. Pero hay cosas que no se deben olvidar, y fue por eso que hace años Sais Nekau envio a su Lord Chambelán, Cleomenes de Samético, en una misión espiritual.
Cleomenes recorrió casi todo el mundo, atravezando los siete continentes. Durmió con hombres azules  en lo más profundo de África; recorrió a pie las ruinas de la devastada Europa, habló de tú a tú con el Emperador de Asia. En India la casta superviviente de los magos le enseñó maravillas que ningún otro ojo ha sido capaz de ver, y fueron ellos quienes por medio de adivinanzas y artificios lo llevaron hasta Oceanía. Desde allí Cleomenes emprendió la última parte de su viaje, que tomaba lugar en América Roja y América Gris. Gracias a todas sus anotaciones fue posible elaborar una línea de tiempo que desembocaría en el Calendario Samético, y la Enciclopedia, que con el tiempo sería revisitada y editada con nuevas informaciones, pero que en su época fue fuente de respuestas para las muchas preguntas que nacían en nuestros corazones temerosos. El final de su jornada se encontró en la Antartida, dónde casi muere tras el ataque de una manada de Salvajes desconocida hasta ese momento.
De más está hablar del caracter  fabuloso de los viajes de Samético. Algunas de sus notas, aquí transcritas, resultan curiosisimas.

"Años después de que la radiación en Serbia había disminuído lo suficiente como para ser tolerable por una persona normal, los Reinos Confederados de Europa enviaron una comisión a investigar las ruinas. Yo estuve allí. Encontramos, entre otras cosas, un Santuario que no figuraba en mapa alguno. La infraestructura recordaba vagamente a la de los Sumerios. Encontramos además un Umbral cifrado con símbolos arcanos, que fue reconocido por un enviado de Santa Imperatriz como 'El Lago de Fuego'. Tal Parece que aquel umbral es una 'puerta' hacia un vórtice que permite entrar en otro plano de existencia. Uno de los soldados del contingente, que atravezo aquella estructura, cayó en letargo en medio de terribles convulsiones. Al volver en sí nos explicó que su cuerpo y su alma se había dividido al poner un pie del otro lado del umbral, y que efectivamente vislumbró un lago de fuego, en que debía sumergirse. Pero sintió miedo y regreso gateando hasta su cuerpo. No doy fe de que esto sea cierto, pero ninguno de nosotros se atrevió a probar lo contrario".

 "Cerca de la Provincia de Atacama encontramos un Palacio semisepultado en la arena. De él emergieron unos hombres ataviados de manera bastante extraña, sus ropajes parecían gastados y me recordaban vagamente los grabados que alguna vez ví de la infantería Española durante aquello que llaman Colonia. Los lugareños nos advirtieron que no nos acercaramos, que ellos eran Necrófagos, emisarios de los Señores No Muertos que habitán allí donde no llega la Luz del Señor. Nos dijieron que hace tiempo existía un arma Sagrada, un pedernal azul, que permitía dañar a aquellos seres de ultratumba. No creí nada de lo que oí, y me acerqué junto a un cabo igual de esceptico que yo a dialogar con los hombres. Pero la proximidad y un giro en los ángulos de la luz me permitió ver claramente la faz calavérica de aquellos, ya no me atrevo a llamarlos así, 'Hombres'. Me detuve aterrado al ver sus ojos desorbitados clavados en nosotros. Pero el cabo siguió adelante, confiado en el poder de su bayoneta. El pobre muchacho fue entonces devorado ante mis ojos."

"Durante mucho tiempo me sentí obsesionado por los amnuscritos que hayamos en Cordoba, Cuzco y Cherkenco. Todos procedían de un mismo autor, anotaciones al azar acerca de las peripecias de un grupo llamado 'La Troupe de Adam'. Lo narrado en estos escritos es demasiado delirante para ser considerado como real, incluso tomando en cuenta el que haya sido escrito en plan crónica. La susodicha troupe estaba formada por nueve varones interesados en el arte de la metafísica. Uno a uno fueron abandonado este mundo trasnfigurados a un estado superior. El más brillante de todfos era Adam, fue quien llego más lejor. Cuarenta y nueve puertas atravezó, y estuve frente al altar y a Judas. Pero tuvo miedo de disolverse en la nada absoluta, y de perder su individualidad. De nada le sirvió la genialidad, porque almomento de la verdad ganó el orgullo. Todos sus amigos se marcharón, y el quedó solo, para siempre, encerrado en un ciclo eterno. No doi fé de nada de esto, pero los sabios del lugar me explicaron que lo que tenía entre manos era un tesoro de valor incalculable. Eran fragmentos apocrifos del Biocore, el texto más antiguo del que se tiene registro luego del fin de la Guerra. "

"En la Provincia de Tirso encontré a Juan Segismundo Adamastor. Él era hijo de un demonio. Por supuesto no lo creí, pero cuando lo vi por primera vez reconocí la marca en él. Traé de serenarme. Soy un hombre de Dios y un hombre de Ciencia: Nada escapa al sentido lógico, sólo aquello que proviene del infinito creador. Me demostró lo contrario levitando trozos de la Catedral sólo con su mente. Instintivamente lleveé mis manos a los bolsillo y le arrojé sal. Adamastor combustionó ante mis ojos y salió huyendo despavorido. Por todos es sabido que el vinculo de sangre con un incubo otorga poderes fuera de lo común. Pero no todos saben que aquellos vinculados al innombrable pueden ser dañados con sal."

"Cuando llegue a Nahuelco se me presentó un hombre que decía llamarse Eduardo, pero supe enseguida que mentía. No le pregunté su nombre secreto por miedo a las consecuencias. Era alto y oscuro y hablaba con palabras que muchas veces me causaban temor. Conocía todoas las cosas acerca de esa tierra. Me llevó a una montaña en donde me parecio distinguir una  formación rocosa de formas singulares. Cuando estuve más cerca no pude evitar llevarme una mano al pecho. Era un Cuerpo... no se si humano, pero concordaba con la fisiología de un varón de unos treinta años y un perfecto estado físico. Era casi un esqueleto en algunas partes carcomidas. Era un monumento, un gigante petrificado hacía eones, antes de que el mundo fuera mundo. En su frente había un agujero. Era un gigante de facciones hermosas, momificado, y para añadir aún más confusión, tenía alas. La pregunte a Eduardo que significaba todo eso. Él me explicó lo siguiente: 'Él fue el más bello y brillante de todos, el primero en caer. En su frente llevaba una diadema, que era la estrella matutina. Suya era la música y el arte. Fue expulsado y se estrelló contra la tierra, formando el Valle inhabitable que alguna vez fue Babilonia de Nueva Extremadura. Ahora está acá, juntando polvo, perdiendo formas cada mil años, adorado sólo esporádicamente. Fue el más grande, pero ahora es sólo un Dios Caído, y la diadema se ha perdido para siempre.' Me alejé del lugar lleno de incertidumbre."

1 comentario:

S.H.G dijo...

Hechaba de menos leer tus weas surrealistas, la lleva!!!
PD: cambié el dominio hace tiempo, por si no sabías http://cronicasdeunccazador.blogspot.com/