4.2.10

Nuestra Herencia

Me alegra que hayan venido.
Primero que nada, decirle que esto ya ocurrió, y seguirá ocurriendo, mientras la rueda del Universo siga girando. Mientras la existencia siga respirando en un ritmo acompasado, les diré esto que ya les he dicho unas mil veces, mil veces más. Porque nuestro destino es regresar acá.
Muy bien, hermanos, ahora escuchen con atención. Porque esto que les voy a decir ahora es un secreto.
Esto me fue narrado a mi hace años, cuando aún no dejaba de mamar de la teta de mi madre. Pero todos sabemos que el tiempo es una ilusión, así que la narración no fue más que un recordatorio de aquello que ya me habían dicho.
Es la historia de nuestra Tierra, de nuestra Herencia. De como vivía libre, y de como fue luego encadenada e infectada con una guerra que no le incumbía, una Guerra que ha durado de por Vida.
América como un atolón gigantesco en donde florece la vida. En la época en que el continente flotaba, levitaba por sobre el nivel del mar, y se alargaba hacia el Sur, descendiendo como una ladera el camino que le conectaba directamente con la Antartida, el desierto de hielo que nos comunica con El Otro Sitio. Ameríca, distinta a como la conocemos, separa y unida en grandes masas de Tierra. Islas flotantes y nuestra gente acostumbrada al paisaje antigravitatorio.
América, tierra de gente Roja que respiraba vida, que cada vez que tomamaba algo, lo devolvía luego a la Tierra para mantener la armonía y el equilibrío. Gente que edificaba Imperios usando el oro y el barro por igual, porque no eran más que materiales a mano, como los siguen siendo hoy, pese a la ilusión del Valor. Gente que caminaba descalza por la tierra ardiente y desnuda por las cumbres Gélidas. Tierra de cazadores y chamanes que sabían para qué vinieron al mundo.
Aún había ancianos, tan antiguos como el tiempo mismo, que recordaban como nuestros Dioses antiguos dieron forma a esta Tierra como consecuencia de sus luchas colosales. Los más viejos narraban el sacrifico de los Siete pra dar vida a un nuevo Sol sobre nuestras cabezas.
Otros narraban la historia de los remeros polinesicos que mediante cuerdas remolcaron por el mar la Isla de Pascua, como le llaman hoy día. Los ayudó un Golem gigante de su propia manufactura, un Moai vivo, como todos los de la Isla, la verdad.
Tambien recuerdan el regaló de la Antartida, el hombre que sacando un trozo de su propia tierra y moviendola con Maná, hasta dejarla cerca de la Patagonia. Por esos los ingleses mostraron tanto interés en ella. No se llama ni malvinas ni Falkland, ni siquiera yo sé su nombre secreto.
Otra Isla, muy antigua y poderosa, calló en esos días desde el cielo. Tomó tiempo que se enfriara y aún más que los árboles quisieran colonizarla. Caundo la mapu la adoptó como una de sus hijas, nos sentimos muy contentos y celebramos aquel regalo de origen desconocido. Con el tiempo esa Isla, Chiloé, sería capturada por la Recta Provincia.
Los Dioses Nuevos llegaron, ellos son nuestros Padres. Mucho me temo que no los conozco a todos, y sólo he hablado con un par de ellos.
Wiracocha, el que camina como espuma sobre el mar, caminaba por esta tierra sin miedo, saludando a cada pequeña hoja y cada pequeña piedra que veía, porque su corazón latía con la Tierra. El nombró a su regente en la Tierra, y el Inca, Hombre Rojo como nosotros, aceptó con el pecho lleno de orgullo.
Qetzalcoatl también volaba en esa época por acá, y cuando sus plumas llovían sobre nuestras casa nos sentíamos seguros y alegres, porque los Dioses vivían entre nosotros y nos hablaban y escuchaban. La Serpiente Emplumada fue nuestro guardián durante mucho tiempo, y aprendimos de ella casi todo lo que hacía falta para sobrevivir en este mundo, como girar el nahuatl y escuchar el viento. Y los Guerreros Jaguares que bajaron primero nos enseñaban a construir armas y herramientas, porque derramar sangre a veces también era necesario. También era parte de la naturaleza.
Amaru, Kukulcán y Gucumatz eran tremendos dragones  que arrastraban la noche o levantaban el día. La Coatlicue era nuestra madre monstruosoa que nos daba de comer, y no había ataduras de ningún tipo, porque cada uno de nuestros hombres conocía su lugar en la Tierra.
Chile flotaba sobre el mar, era una Isla larga y angosta, muy por debajo de Nuestra América flotante. Allí residía la Serpiente Ten Ten, que velaba por nosotros como nosotros lo hacíamos por ella.
Y Ngechén, era el padre madre de jóvenes guerreros, audaces cazadores y sabías chamanes que se esparcieron por el mundo, llevando la semilla de su conocimiento y aprendiendo de la sabiduría de sus hermanos.
Un buen día los Yagánes se convirtieron el pájaros y comenzaron a remolcar bajo sus patas la tierra dispersa. Los gigantes hijos de Wiracocha ayudaron a soldar el territorio de un modo más armónico. Pero la Gran Isla que flotaba en el norte, donde nuetros primos Pieles Rojas veían crecer al mundo era demasiado pesada para traerla al Atolón.
¿Por que todo cambió después?¿En que momento todo se fue a la Mierda?
La serpientes son sabias, son nuestras amigas. Pero desde el Este, desde el mar, llegó una amenaza terrible en forma de vivóra que envenenaba la Tierra. Su nombre era Nidhogg, y era tan descomunalmente grande que no cabía en su propio cubil y debía morderse la cola. Ten Ten luchó nueve noches contra ella, pero gran parte del territorio resultó dañado, inundado. Se rompió el puente entre Nuestro Territorio y el Otro Sitio, al caer Nidhogg extenuada. Se desplomó sobre el mar Nuestra Colonia Flotante. Y nuestros hombres más sabios enfermaron y murieron, porque llegó la muerte a nuestra Tierra, esa extraña muerte de cansancio, de ahogo por la vida, que se lleva a los hombres. Nosotros no supimos que hacer. Nosotros, que solo conocíamos la muerte por la espada o por tragedia.
Qetzalcoatl se aleja.
Wiracocha se aleja.
Ten Ten duerme.
y la Pacha Mama enmudece.
¿Dónde están nuestros dioses?¿Por qué se marcharon?
El Sol se apagó, y en la oscuridad reconstruimos los despojos. Fue imposible reformar el puente a la Antartida. Usamos los escombros para unir el Norte con el Sur. Remolcamos Chile hasta nuestras Orillas y  la remachamos con cordilleras para que quedara bien sujeta. Lo mismo hicimos hacia el Norte con las Sierras. Algo había que hacer, aún había esperanzas de reconstruir nuestro Edén. Pero los Guerreros Jaguares luchaban entre ellos y los Gigantes morían de hambre. Era un época oscura y la enfermedad se expandía por la expalanada, haciando florecer aquí y allá seres deformes que no conocíamos.
No pasó mucho tiempo antes de que las carabelas nos encontraran, ahora que habíamos aparecido en sus mapas, abandonada nuestra seguridad de Territorio Flotante. Y el Europeo trajo consigo enfermedades físicas y del alma, y hubo peste y viruela, y hubo vampirismo y licantropía.
Y supimos de Su Guerra. Porque en sus profecías se hablaba de Judíos y Nordicos, dos pueblos elegidos para heredar el mundo que no deseaban convivir. Y supimos de la Jihad, de sus Dioses y sus Héroes. Pero nosotros somos Hombres Rojos y no teníamos por qué quedar en su maldito fuego cruzado. Nosotros No adorabamos ni a Yahvé ni a Wotan. Pero eso poco les importaba, y no dudaron en usarnos de carne de cañón y conejillos de indias.
Los Nordicos. Ellos enviaron a Nidhogg a limpiar el camino antes de que que llegaran ellos mismos. Pero cometieron el error de Romper el puente, la Bestia era estúpida y no entendía bien a qué la mandaron, salvo que tenía que comer gente roja. En su loca carrera por llegar al Otro Sitio, cortaron ese Cordón umbilical y de paso nos cagaron la existencia al desequilibrar nuestros sistemas antigravitatorios.
Luego envenenaron nuestros cuerpos, nuestras mentes, nuestros espiritus y nuestra Tierra. Pero aún hoy si cerramos los ojos y oimos al viento, podemos oir las historias arcanas que se escribieron con sangre. Aún hoy hay hombres, mujeres y niños cuyo corazón late con la Tierra.
Wiracochas, Gigantes, Promaucaes.
Esa es Nuestra Herencia. No tengo nada más que agregar.

Cristobal Nahuelche. Discurso Final.

1 comentario:

Anónimo dijo...

remanencias de nuestro pasado, derrepente pienso que incluso las llevamos en nuestro ADN. como bien dijiste, es cosa de detenerse a cerrar los ojos, y oir el viento, y sentir ese animal palpitar que se siente cuando se descubre algo que cambia tu persepcion.

ahora, con algunos honguitos que conosco por ahi es como mas facil... ^^

xD

buena vola, interesantes intercepciones Nordicas en este relato de la mitologica historia.

buenas vibras!

Dial.