Una luminosidad fantasmal cubría mi casa a esa hora en que el tiempo no existe. Caminaba tranquilo, despacio, sientiendo aquella extraña sensación de realidad que sólo se percibe en los sueños. La madrugada cubría todos los objetos de diversas tonalidades celestinas, y de manera curiosa entre en mi habitación. Pude oir la profunda respiración de mi hermano en su cama, pero me sobresalte al percibir, al pie de la mía, a un extraño de pie con la mirada perdida. Al percatarese de mi prescencia, lentamente volteó su cabeza hacia mí, dirigiendome una silenciosa y lúgubre mirada recalcitrante. Entonces caí al suelo gritando, retorciendome de terror ante aquella sobrecogedora visión, y al instante desperte horrorizado en mi cama,al comprender que el otro era yo, y, a un mismo tiempo, no lo era.
No hay comentarios:
Publicar un comentario